El acoso escolar, bullying y ciberbullying: Hacia una adecuada prevención, detección y corrección.
¿Desde cuándo ir al colegio se ha convertido en una verdadera fuente de estrés para muchos niños/as y adolescentes? Las malas calificaciones, las dificultades en el aprendizaje y el déficit de atención se conocían como las principales causas de estrés y tensión y, como consecuencia, la negativa a asistir al centro educativo. Sin embargo, en la actualidad se suma una nueva causa, el acoso escolar o bullying. Parece un problema nuevo, pero tristemente no es así, es algo que ocurre desde hace mucho y no solo en nuestro país. Un problema social que atenta contra los derechos fundamentales de los alumnos, un tipo de violencia horizontal continua en el tiempo y generadora de secuelas para toda la vida.
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El acoso escolar se caracteriza por actos concretos e intencionados, emitidos por el o los acosadores, de agresiones físicas, amenazas, desprecios, discriminaciones, vejaciones, coacciones, insultos, burlas o en el aislamiento deliberado de la víctima (marginación), durante un tiempo prolongado. Incluye una versión más reciente llamada ciberbullying que consiste en el acoso de una persona a otra por medio de las tecnologías interactivas como correo electrónico, mensajería instantánea con teléfonos móviles y redes sociales (facebook, Instagram, Twiter). Por éstas vía, el acoso toma forma de chantajes, vejaciones, insultos, humillaciones o uso de información dañina o difamatoria (publicación de videos o fotografías, usurpación de identidad).
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En resumen, para que hablemos de acoso, ya sea del clásico acoso escolar o del ciberbullying, las acciones de maltrato físico o psicológico deben ser:
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—> Intencionadas. Buscan causar un daño consciente en el acosado.
—> Sostenidas y repetidas en el tiempo.
—> Expresión de desequilibrio de poder ya sea por presión del grupo, mayor fortaleza o edad del acosador o la existencia rasgos o características diferentes en la víctima que de alguna modo la coloca en situación de inferioridad frente al acosador (aspecto, forma de hablar o vestir, discapacidades, origen social, cultura…).
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No todo problema entre alumnos hace referencia a un tipo de acoso, por eso es importante valorar muy bien lo que ocurre. Como adultos no debemos minimizar el impacto de un puntual comportamiento agresivo entre niños/as y adolescentes, y olvidarnos del asunto si no cumple con las tres características previas. Recuerden que mucho es lo que no vemos. Nuestra ausencia en las continuas interacciones entre alumnos, nos prohíbe enterarnos de todo lo que realmente sucede. Por eso, debemos desarrollar una sensibilidad especial que nos permita detectar la existencia de un verdadero problema y, así, generar esfuerzos que alejen de los centros educativos la violencia, el maltrato y el acoso por el que pasan muchos alumnos.
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Tanto en el ámbito educativo como en el ámbito familiar, se requiere de una actitud de atención y vigilancia permanente sobre los menores, con el fin de alertar sobre la posibilidad de un presunto acoso escolar, especialmente identificar en la víctima los siguientes indicadores:
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1- Negativas a asistir a la escuela o instituto o uso de excusas para evitar asistir.
2- Caída drástica del rendimiento escolar.
3- Problemas de atención y concentración en clases.
4- Cambios en su carácter o estado de ánimo. Se ha vuelto triste, ansioso, irritable, introvertido, agresivo, nervioso, miedoso, callado, tímido.
5- Presencia de somatizaciones como dolor abdominal, cefaleas, mareos, alteraciones gastrointestinales, asfixias, temblores, palpitaciones…
6- Aislamiento y ausencia de amigos. No juega, no sale o permanece solo.
7- Alteraciones del sueño (pesadillas, despertares frecuentes de madrugada, despertar temprano, cansancio) y de la alimentación (pérdida de apetito, comer compulsivamente).
8- Pérdida de interés por cosas que antes disfrutaba. Abandono de aficiones e intereses.
9- Evidencias de maltrato físico como moratones, rotura de ropa, rasguños.
10- Desconfía de las personas y de la amistad.
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La evidencia de cualquiera de estas conductas descritas, debe conducir a la activación de acciones pertinentes para detectar si realmente está ocurriendo y para solventar y proteger al alumno que se halle en esta situación.
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Tendemos a pensar que es un problema en el que, su solución solo compete a la víctima, por lo que al intervenir nos limitamos a promover estrategias de defensa, mejora de la autoestima y de las habilidades sociales. Pero, aunque importante, estas acciones no son suficientes. La solución del acoso escolar también pasa por el o los acosadores e incluso por el resto del grupo que conoce muy bien la situación, pero a menudo calla o protege por temor a convertirse en víctima o para conseguir aceptación y popularidad. Es decir, los esfuerzos para acabar con el acoso deben ir dirigidos a todas las personas que intervienen en el llamado “triángulo del acoso”: víctimas, acosadores y espectadores pasivos. De igual forma, la responsabilidad de que el acoso siga existiendo también recae en la comunidad educativa y en los padres, por ello es necesario acciones conjuntas dirigidas a estos tres actores (padres, alumnos y comunidad educativa) para verdaderamente promover la prevención, detección y corrección.
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Algunas sugerencias de acciones son:
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- Talleres de sensibilización dirigidas tanto a padres, profesores y alumnos para que estén preparados para estas situaciones.
- Talleres de detección dirigida a padres y profesores para que puedan diferenciar “cosas de niños” de un problema de acoso escolar y para que sean vistos como figuras de confianza, cercana y con buena disposición para ayudar al alumno en caso de sufrir o presenciar algún tipo de maltrato.
- Incluir en la oferta educativa asignaturas de educación emocional y social para promover en los alumnos el sentido de igualdad, respeto a la diversidad, empatía, generosidad, cooperación, compañerismo, autoestima, conciencia emocional, control de la impulsividad…
- Programa educativo en habilidades comunicativas y sociales que permitan afrontar situaciones de conflicto en positivo.
- Atención psicológica individual para manejar los efectos del acoso.
En cualquier caso, siempre existe ayuda. Algunos equipos de profesionales de la psicología tienen amplia experiencia en el abordaje del acoso escolar, ya que enseñan las herramientas para generar acciones comprometidas con la prevención, detección y corrección.
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Artículo escrito por Adriana Morón Verdasco, proyectopsicole@gmail.com, www.psicole.es
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